¿A ti quien te rechaza?

POR OLGA MARIA FERNANDEZ ARELLANO
09/04/2024

¿Quién es realmente el enemigo?

 

El sentimiento de rechazo lo lleva toda la humanidad dentro y es la base de muchos de nuestros pesares pero pocos deciden abordarlo; muchos no se enfrentan porque creen que es asunto de unos pocos, y la verdad es que esto afecta a todos. Incluso algunos que en ciertas áreas parecen siempre avanzar y tener éxito, en otras la verdad es que el miedo al rechazo los tiene estancados.

 

Cuando las personas experimentamos pensamientos o sentimientos de rechazo, nos resulta imposible avanzar, pero lo peor es que nos impide vivir el presente.

 

Lo que determinará nuestros resultados no es cómo somos, sino cómo sentimos que somos. Si nuestra emoción es de no aceptación, de rechazo, vendrán miles de pensamientos más relacionados con ello y, por tanto, atraeremos percepciones que justifiquen aquello que sentimos y pensamos.

 

Me gustó mucho cuando, hace un tiempo, una grandísima terapeuta me hizo ver que siempre encontramos con la mente percepciones e información que justifica nuestro dolor emocional. Pero lo difícil, y lo que realmente hay que hacer, es encontrar motivos para avanzar, atravesar y dejar de creernos lo que vemos, pensamos y sentimos como verdad.

 

Cuando las personas no sanamos las heridas de cualquier tipo de rechazo, inevitablemente actuamos en muchas ocasiones bajo esos miedos. Es totalmente inconsciente y el ego difícilmente lo querrá reconocer. No se consiguen buenos pilares donde construir cuando las acciones vienen del miedo.

 

Es buen momento para recordar una metáfora de mi vida. Estuve seis años trabajando con animales y pude aprender que los perros cobardes y con miedo eran más peligrosos que los valientes que te avisaban con un gruñido previo que te iban a atacar si seguías molestando. Y esto es aplicable a nosotros como humanos.

 

Cuando el miedo despierta todos nuestros mecanismos de supervivencia lo hacen también, podemos ser capaces de cualquier cosa y salirnos de nuestro centro, de nuestro verdadero SER. ¿Qué somos capaces de hacer por no reconocer nuestro miedo? No digo superarlo o atravesarlo de la noche a la mañana, lo que os comparto es reconocerlo.

 

Lo habitual y más dañino para uno mismo cuando no está sanado el rechazo es que para sobrevivir tendamos a estar aislados, querer agradar a todos, esperar que valoren nuestros actos, no terminar las cosas por perfeccionismo o porque entonces estarían listas para ser vistas a los ojos de otros, y vivir con una posición de inferioridad frente a otros.

 

Cualquier herida emocional hace que filtremos todo bajo ese miedo aprendido; no resolver los sentimientos de rechazo lleva a que nuestros sueños no se hagan realidad. Y esto es importantísimo de entender y te invito a que lo leas dos veces si es preciso.

 

El éxito viene de establecer metas y alcanzarlas, pero si tienes miedo a ser rechazado, en el primer fracaso o error solemos abandonar, y todo porque el inconsciente cree que así nos protege de que los demás nos vuelvan a desaprobar por algo y que revivamos un sentimiento de rechazo.

 

El sentimiento de desprecio, o falta de aprecio, es durísimo, tan impactante que el ego no nos permite ni reconocer que está. Y todos, en mayor o menor grado, vivimos esto cada día, y cada vez más en este tipo de sociedad que nos hace compararnos constantemente con modelos sociales externos.

 

El rechazo, real o imaginario, duele porque conlleva mensajes autodestructivos hacia nosotros mismos. Palabras despectivas y destructivas, y lo peor es que provienen de nuestra propia mente, por lo que las damos por ciertas. Es mágico cuando te ayudas a ti mismo viendo la verdad: No todo lo que pienso es cierto. De hecho, todo es una gran mentira que justifica mis pensamientos limitantes, emociones en bucle, bloqueos, etc.

 

 

Puedo decir por experiencia que lo que no se resuelve en el pasado, surge luego con más fuerza en la vida y no querer resolverlo y mirar para otro lado trae consecuencias muy desagradables.

 

 

Ahora vamos con algo que a tu ego no le va a gustar. En las emociones de miedo a ser rechazado, no hay villanos ni culpables, por mucho que tu vida y la mía desde un punto mental puedan poner nombres y apellidos. Traga saliva y respira, porque te guste lo que escribo o no, es así. El rencor es la piedra que uno lleva por elección propia y que solo te trae consecuencias a ti. Sea lo que sea o quien sea que nos hizo tener heridas de ser despreciados ya no está, y que siga en nuestra mente o hábito emocional, siendo prisioneros de él, es una elección. No de un día, sino de muchos o el resto de tu vida. Porque el estímulo de rechazo no dejará de venir, pero tu respuesta sí se puede elegir. Y es la verdad, pero puedes seguir dándole la razón a la mente con que tienes motivos para sentirte mal, y tal como dije antes, lo difícil es esforzarse cada día para tener motivos para avanzar.

 

 

El enemigo vive en tu mente y tus emociones y no querer verlo es elegir no querer solucionarlo.

 

 

La vida es vencer obstáculos, superar heridas del pasado, y en todo ello esforzarse, y si ves un problema en la palabra esfuerzo es que has de revisar las creencias limitantes al respecto. Esta es la misión de vida que tanta gente está buscando, gastando dinero y tiempo en ello, y desgastandose internamente porque creen que la misión de vida es otra cosa más glamurosa o enmarcable en un premio o un cuadro. De lo sencillo y humilde que es lo ignoramos, porque rechazamos lo pequeño; no queremos ser grandes en lo pequeño, en la vida cotidiana, y vencer las heridas de la vida misma.

 

Si por tu cabeza pasa la idea de que este discurso mío es insensible, te voy a ayudar siendo amable y compartiéndote que soy consciente de la parálisis vital y las consecuencias destructivas que implica vivir con el ogro del miedo al rechazo. Soy consciente y aún sigo esforzándome cada instante que aparece esa sensación de vacío, de no pertenencia y de no encontrar un hueco en la vida. Incluso hay días e instantes en que gana el rechazo, pero tengo claro quién es y quién soy yo, y desde ahí me esfuerzo otra vez, y otra, y otra…

 

¿Olga, no te cansas? La respuesta es sí. ¿Olga, no te caes? La respuesta es sí. ¿Olga, no dudas de quién eres a veces? La respuesta, de nuevo, es sí. Y aceptando y enfrentándome a esto, puedo sentir que esta es la misión, esto es vivir, y estos son los motivos para levantarme cada mañana, para levantarme cada vez que los pensamientos me derriban.

 

Cuanto más tiempo demoras en atender las heridas del rechazo, más vas perdiendo tu identidad, tus verdaderos gustos... La situación se agrava y no te lo digo para asustarte, te lo cuento para decir la verdad. Porque otra verdad es que todo el mundo puede sanarlo si permite que sea así.

 

Justo en este instante es el momento de aclarar que hay millones de personas en el mundo con una madurez intelectual y física sobresaliente, pero con una madurez emocional muy deficiente debido a sus heridas de rechazo. Te lo aclaro porque el ego tiende a hacernos sentir vergüenza por ser los únicos con emociones de rechazo. Todos las tenemos y no son tan evidentes como creemos, de hecho, puedes llenar estadios con personas alabando tu labor y en el fondo estar ahí por llevar una vida que agrade al resto.

 

Mi experiencia con el miedo al rechazo es demasiado valiosa como para resumirla en modo enciclopedia y enumerar los síntomas para que puedas autodiagnosticarte. Quiero ir más allá de eso y hablarte de emociones que pueden arruinar tu vida y que están camufladas de manera sutil.

 

¿Quieres que empiece a hablar de soluciones, de motivos para madurar emocionalmente?

 

Sentirte despreciado, sea verdad o no, te lleva a dejar de buscar seguridad en ti mismo. La buscas en otras cosas, como la profesión, el dinero, las relaciones, etc. Y esto, sumado a los sentimientos de culpabilidad que lo inundan todo, parece que tenemos que salvar y ayudar a todos.

 

Es fundamental entender que tu subconsciente está determinando tu calidad de vida, tus actos... Y debemos comenzar con la autoobservación no destructiva, lo que mi psicoterapeuta siempre me dice: lo primero es darse cuenta.

 

Regresa al cuerpo a través de la respiración consciente y úsala como medio de rescate. Realmente funciona, pero el ego no quiere usarlo porque lo sencillo es lo que funciona y él es complicado.

 

Usa mantras en afirmativo y con el "YO SOY", pero no lo hagas por hacer, ponle emoción e intención; en modo loro parlante no verás solución.

 

Mi amiga Noelia hace casi unos ocho meses me regaló un libro de ho'oponopono, que me ha ayudado muchísimo con los pensamientos y emociones en bucle, pero una barbaridad que me resulta difícil de explicar. Si quieres el nombre escríbeme y te lo doy, pero realmente es en sí la técnica la que es transformadora, lo que sucede es que este libro me resultó muy útil y aterrizado a tierra.

 

Sólo tú puedes transformar la emoción de inferioridad que te producen ciertas personas o situaciones. Puedes hacer una lista y sentarte a analizarlas con sinceridad.

 

Di no cuando quieras decir no.

 

Sé amable siempre contigo, bajo cualquier circunstancia. Esto me lo impuse hace un año y los resultados son alucinantes.

 

Comprende qué significa la impaciencia en ti. Cuando no somos pacientes surgen muchas emociones y pensamientos, pero uno de ellos es muy destructivo: "No ha sucedido porque no soy válido o suficiente". ¿En serio te vas a creer eso en un universo conectado por todo y con lo insignificante que somos? La vida es sabia, tiene sus tiempos, o ha caído un meteorito en otro sitio y eso hace que no llegue tu pedido... es una metáfora absurda, pero tanto como permitir que ese tipo de pensamientos tengan lugar. Una vez entendemos que los permitimos, pero dos o en bucle es una elección.

 

Otra cosa que has de hacer ahora mismo, comenzar a practicar la autoestima sana, que ahora no me voy a alargar pero que en mi web tienes un ebook gratuito si te apetece gratis saber sobre ello.

 

No huyas de la vida ni de las experiencias porque creas que te van a doler... Ya te confirmo que la vida tiene decepciones, errores, estafas... y la misión es recordar quién soy ante ellas. La gente no aprende quién es en el éxito ni saca aprendizajes, pero sí en los errores y decepciones. ¿Cómo se hace? Aceptando y preguntándote qué has aprendido de cada tropiezo.

 

Haz actividades creativas, vuelve a conectar con la co creación de momentos con la creatividad. Hace un par de años comencé a colorear y de ahí pude volver a recordar qué es realmente lo que a mí me gusta, y estoy maravillada con todo lo que he descubierto. Ahora hago cerámica y mi alma se expresa con mayor facilidad, vive más desahogada.

Siente que mereces la vida que tienes para poder disfrutarlas o resolverlas. Haz las paces con la mujer o el hombre que te ha tocado ser (que elegiste en un plan mayor ser), y sobretodo haz las paces con tu pasado, porque no te define.

Para cerrar este artículo, quiero compartirte que he podido descubrir que las emociones de rechazo que sentía me impedían valorar la vida y las personas que tenía. La inferioridad me hacía creer que no ganaba lo suficiente o que no se me valoraba lo suficiente. Las voces no se han ido y las emociones tampoco. Sería una farsante si te dijera que ya no están definitivamente, porque son patrones que llevan demasiados años. Pero ya no lo escondo y no alimento la vergüenza que produce lo que escondes, y ya puedo saber que el miedo al rechazo está pero no es real ni está justificado.

 

Te deseo liberación de ti mismo y de las voces de desprecio que se quedaron aunque ya no estén los malos de la película en tu vida, y te doy las gracias por existir y poder poner luz y libertad a lo que se esconde por miedo a ser rechazado una vez más.

Te amo, valiente

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